viernes, 8 de agosto de 2008

El ballet y la danza contemporánea



scapino ballet foto: Bert Holtmann

Lo que diferencia al ballet de otras formas de la danza es su técnica. Esta técnica, que tuvo su origen en Italia y que fue establecida en Francia, luego se expandió paulatinamente hacia Inglaterra, Rusia y otros países europeos. La disciplina de la danza clásica aspira a sobrepasar las limitaciones del cuerpo humano y reta las leyes de la física: los saltos, los giros y las zapatillas de punta pretenden convertir al cuerpo humano en un instrumento exaltado mágicamente por la práctica constante y por la mente orientada hacia una voluntad de libertad.

Con el paso de los siglos, la danza en Occidente ha buscado nuevas posibilidades de expresión. Es así como surgió ese compendio complejo que se denomina, por comodidad, danza contemporánea. La danza contemporánea, en términos generales, busca formas de expresión menos apegadas que la danza clásica a una vocación aérea e ideal del ser humano y del cuerpo. Estas formas de danza exploran una libertad más asociada a las realidades del mundo. Las bailarinas y coreógrafas Isadora Duncan y Loie Fuller fueron pioneras de este género. La Fuller utilizaba amplísimas telas, que manipulaba con bastones, simulando grandes aves o mariposas; también llevaba a cabo representaciones al aire libre, en bosques y planicies, que ella misma filmaba. Hacia la década de 1920, Martha Graham crea una técnica innovadora en los Estados Unidos. La propuesta consiste en bailar con los pies descalzos que se arraigan en el piso. Además, se utiliza el abdomen como centro de expresión de emociones, se hacen torsiones, se danza sobre el suelo como una búsqueda de conexión con la tierra, lejos ya de aquellas nociones de corte, nobleza o monarquía, que evoca el ballet.

El ballet continúa su tradición y su búsqueda, no sólo como danza de museo, sino como un lenguaje del que pueden utilizarse sus técnicas depuradas para un trabajo corporal minucioso y estudiado. Es por esto que el ballet sigue adelante desarrollando nuevas temáticas e incorporando diversas modalidades de movimiento tomadas de las tendencias modernas. Por ejemplo, Maurice Béjart sentó precedentes de esta relectura del ballet, en el siglo XX. Luego, William Forsythe, coreógrafo neoyorquino instalado desde la década de 1990 en Francia, ha dado a la técnica del ballet y a las puntas una dinámica contemporánea diferente.

Actualmente, existen muchos creadores que utilizan de manera extraordinaria la combinación de ballet clásico y de danza contemporánea. Un ejemplo es la compañía de Édouard Lock, La La Human Steps, de Canadá. Y no pueden dejar de nombrarse, en esta síntesis, cuatro grandes coreógrafos europeos como Mats Ek, de Suecia; el checo Jirí Kylián; Ohad Naharin, de Israel, director de la agrupación Batsheva Dance Company; y Nacho Duato, en España.

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